Una de las intenciones más frecuentes al comenzar un proceso de microdosis es mejorar la creatividad, lograr mayor claridad mental y sentir una conexión más profunda con uno mismo. Aunque los efectos varían de persona a persona, existen algunos motivos que podrían explicar por qué esta práctica puede ayudarte a reconectar con tu versión más auténtica:
Muchas personas comparten que, al microdosificar, se sienten más conectadas con su ser interior, sin las barreras impuestas por su “identidad social”. Esto permite actuar y expresarse con mayor espontaneidad y fluidez.
Durante la terapia, es común experimentar una sensación de paz con los propios pensamientos y emociones. Esa calma interior habilita una forma de estar más liviana, sin presión ni expectativas, lo cual favorece la autenticidad.
El estado mental que propicia la microdosis facilita la exploración de partes de uno mismo que, por distintos motivos, podrían estar reprimidas o aún no del todo conscientes.
Una de las grandes cualidades de este proceso es que promueve el enraizamiento en el aquí y ahora. Estar presentes nos permite vivir de forma más genuina, sin la interferencia de pensamientos ansiosos o la rumiación mental.
Definitivamente, las microdosis pueden favorecer un contacto más estrecho con nuestro ser interior, suavizando las barreras mentales y emocionales que muchas veces distorsionan nuestra percepción y la forma en la que nos vinculamos con el mundo.
En lo personal, la microdosis me invita a tener una mirada hacia mí misma desde la autocompasión y la paciencia, lo cual me permite ser más real y genuina en cada aspecto de mi vida: